miércoles, 29 de marzo de 2023

El cine y su contexto - "Abuela, mano", Leche (25 watts)

 El nieto, autor de la frase en cuestión, es también el protagonista de la película. El popular Leche es un montevideano que adolece de proyectos, responsabilidades, rigor para sus tareas domésticas y académicas, sin un rumbo claro para su vida, ni muchas ganas tampoco de tenerlo. Un adolescente.  Junto con dos amigos (Javi y Seba) atraviesan su cotidianidad tomando cerveza, durmiendo y charlando sobre sus dilemas: las mujeres y la sexualidad. 

Durante las 24 horas en las que transcurre la película, El Leche, interpretado por el exiliado artístico Daniel Hendler, persigue un objetivo: conquistar a su profesora particular de Italiano, disfrazando para su madre un interés en su objetivo formal: salvar esa materia y encaminar su futuro.

El Leche es una marmota pero con Beatrice persevera, y ella no lo registra más que como alumno. El examen de italiano es una excusa que utiliza para acercarse a la profesora, pero no con fines académicos. Diríamos que conquistar a Beatrice es la única actividad en la que el Leche no demuestra desidia.

Mientras comparte una cerveza con su amigo Javi, fumando en el sillón del living de su casa, Leche descubre una manera de estudiar sin estudiar: mirando un canal de televisión italiano. Es que se jacta de tener cable y no pagarlo. No sabemos si es por eso que la señal le llega intermitente, porque la ven con “lluvia”. 

(Si naciste luego de los 2000, contarte que ver la tele con lluvia no tenía implicancias meteorológicas. Una experiencia que forjaba la paciencia, porque la lluvia se llevaba toda claridad de sonido e imagen, para devolvértela indistintamente y regalarte lo que serían frustradas ilusiones. Se me ocurre que lo más parecido es la interferencia que nos sale de los auriculares cuando el ómnibus pasa por 18 y ejido o el túnel de 8 de octubre. Si te parece muy urbana o montevideocentrista la analogía te pido perdón y espero entiendas que quien escribe estas líneas  fue, y aún es, un ser urbano con Montevideo en su eje. Si bien esta película es un homenaje a la adolescencia montevideana, lo mio es estrictamente una falencia  y no una coherencia narrativa con la pieza comentada)  

Sigamos. 

“Tengo cable, tengo el canal RAI: estudio por tele”, le dice Leche al Javi mientras maniobra con las conexiones que enchufan atrás del televisor. En ese momento se percatan de que la señal solamente se mantiene con alguien oficiando de “antena” cerca del soporte de metal del televisor, algo más parecido a un caminador ortopédico que a los rack contemporáneos que lucimos hace un par de décadas. 

La escena siguiente muestra al Leche y Javi echados (nunca sentados) en el sillón, mirando la tele con la abuela del Leche funcionando literalmente como un mueble, con su mano apoyada sobre el soporte de metal, dándole la espalda a ellos y al televisor. 

Como mueble la abuela del Leche funcionó muy bien hasta que nos acordamos de su humanidad cuando se le cansa el brazo y lo despega del soporte. Es en ese instante que se pierde la señal y el Leche se toma la molestia de levantarse del sillón para volver a poner el brazo de su abuela como antena, no sin antes pedirle amablemente: “Abuela, mano”. 



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