jueves, 23 de febrero de 2023

Cómo vivís el fútbol: Test del hincha


Si el fútbol te importa (es decir que te afecta las emociones para bien o para mal) es natural sentir miedos por más confianza que le tengas a tu equipo. Miedo a quedar afuera de un Mundial o de una Copa. Miedo a perder un clásico. Miedo a perder sin merecerlo. Miedo a que se lesione un jugador importante. Todos miedos deportivos. Son intrínsecos a la condición de "Hincha". Y sanos. Cuando el miedo se traslada a que el lesionado seas vos, no es sano. Y como hoy la sociedad es más violenta, el fútbol también. ¿Cuántas personas prefirieron no ir a un clásico por miedo? ¿Cuántas personas sintieron miedo a la salida de un partido por haber ganado? ¿Cuántas personas dejaron de ir a ver fútbol por miedo? ¿Cuántos padres y madres tuvieron miedo porque un hijo suyo iba a un partido "de alto riesgo"? No te ilusiones porque no tengo las respuestas. Solo me resulta amenazante que se naturalice ese miedo, y que se reproduzca el veneno que lo hace vivir. 

La alarma suena cuando la violencia es el motor de la pasión. El veneno parte de una minoría: los barras. Aparentes excluidos de un sistema que encuentran en el fútbol un poder. El poder del miedo que genera su violencia. La amenaza latente también es un ejercicio de poder. Y además ocupan un lugar estelar: a ellos miran los jugadores cuando festejan los goles, mirándolos se besan la camiseta, y sus letras son la banda sonora de cualquier partido. Ellos logran imponer el mensaje de que el motor de la pasión por un equipo debe basarse en la violencia; en quién se caga menos, en quién aguanta más, en quién acompaña más al equipo en la derrota o en quien hace del fútbol su vida entera. Y en que la pasión significa no sólo no tolerar la derrota sino tampoco tratar de entender sus razones. Es cierto: la pasión tiene un gen fundamentalista, radical, porque si a alguien le gusta el fútbol y es hincha de un equipo, es muy probable que esa pasión sea la única que no cambie hasta que se muera. Y lo resume mejor Francella con su personaje en El Secreto de sus Ojos: "El tipo puede cambiar de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar: de pasión". Eso siempre fue así. 

Lo que ha cambiado es cómo se manifiesta la pasión, y especialmente, qué consecuencias genera que el mensaje dominante de la pasión sea alrededor de la violencia. Los violentos tiran la premisa que recogen muchos: cuanto más odio y violencia promovida, mayor es el amor a mi cuadro. Hay una masa que reproduce, desde un fanatismo mal entendido, una violencia implícita, cómplice y legitimadora de la violencia explícita: con cantos durante los partidos, y todo tipo de publicaciones en redes sociales o comentarios graciosos de asado; ahí el denominador común es el odio, la violencia, la exclusión.

El sistema en el que consumimos y asistimos al fútbol quizás exija un filtro para digerirlo. Y como aún a los humanos no pueden instalarnos un filtro que depure los mensajes de violencia justificados en la pasión, el camino es autoimponérselo, por el bien de la pasión.  Porque la amenaza es el parásito de las barras, y la enfermedad es comer de la mano su veneno. Un filtro proactivo que depende de la voluntad y la conciencia. Porque se puede gritar un gol como un adicto a la paste base y no reproducir la violencia. Sí se puede.



Este test no pretende ser un manual del hincha ni un material didáctico sobre cómo vivir la pasión por un equipo. En el mejor de los casos, invita a reflexionar sobre algunas de las conductas naturalizadas que reproducen lo que yo entiendo un modelo enfermo de vivir el fútbol.


Test del hincha

1) Cuando tu equipo sale a la cancha, vos:

a) Sacás tu celular y filmás el recibimiento de la barra.

b) Te enfocás en los jugadores y/o en el recibimiento de todas las tribunas.

c) Todavía no entraste al Estadio.

d) Lo ves en tu casa y todavía estás poniendo los manteles para la picada en la mesa ratona.


2) Si te cruzás con un hincha rival que amenaza con hacerte daño, vos:

a) Te plantás para enfrentarlo.

b) Tratás de escapar o evadir la situación.

c) Le tratás de explicar que la violencia no conduce a nada bueno.

d) Le dejás que te pegue una piña y te hacés el muerto.


3) Vas al estadio a ver a tu equipo…

a) Aunque no quiera la Policía.

b) Porque te apasiona el fútbol.

c) Para encontrarte con amigos.

d) Te vas los fines de semana para afuera.


4) Para vos la pasión por un equipo es…

Tu vida.

Una emoción. 

Un slogan.

Nunca lo habías pensado.


5) ¿Qué darías por tu equipo?

a) La vida.

b) Muchísimo tiempo de tu vida.

c) Pa´, me matás con la pregunta.

d) Poné “No sabe/No Contesta”.


6) Al clásico rival lo ves como…

a) Una persona para someter sexualmente.

b) Un equipo rival.

c) Depende de a quién le estés preguntando.

d) Como decís vos: el clásico.


7) Durante el partido

a) Te prendés a la mayoría de los cantos de la Barra entre los que se destacan mensajes contra la Policía, recuerdos o aspiraciones de sometimiento sexual al clásico rival, y amenazas en general a las fuerzas de choque y a los hinchas rivales.

b) Mirás el juego, en ocasiones comentando con algún amigo, y según alguna circunstancia del partido, se te escapa alguna puteada o reclamo al juez. Un gol cada tanto, lo gritás como un adicto a la pasta base en abstinencia.

c) Sinceramente disfrutás más el componente social en el entretiempo que el propio partido.

d) Al partido lo agarrás siempre empezado y si está liquidado y podés, te vas antes.


8) Si tu equipo pierde un partido importante, vos:

a) Te frustrás, puteás y luego buscás la respuesta en decisiones del juez, en el jugador más fácil de putear, la mala suerte, o en el accionar de La Red de Conspiración para Perjudicar a Tu Equipo. 

b) Te frustrás, puteás y luego tratás de encontrar razones que expliquen el resultado, incluso llegando a pensar que no todo resultado tiene explicaciones.

c) Inmediatamente consumada la derrota cambiás el chip y ya estás pensando qué vas a comer en la cena.

d) Fingís una calentura mayor a la que sentís para no quedar en offside frente a tus pares.


Soluciones 

Mayoría de respuestas A: Es probable que estés reproduciendo los mensajes dominantes de la cultura barra brava, en los que el motor de la pasión es la violencia, el "aguante", y "dar la vida por los colores”. No sos ningún delincuente ni tus intenciones son malas pero puede que algunas de tus prácticas colaboren con promover violencia y quizás el pecado  es ser permeable al veneno.  O lisa y llanamente sos parte de la minoría violenta, probablemente excluido de uno o varios sistemas, que encuentra en el fútbol un poder y un lugar para ser.

Mayoría de respuestas B: Perfil similar al anterior pero con mayor tiempo destinado a cuestionar las actitudes de la cultura dominante. Este perfil no priva de actuar completamente de la croqueta con ademanes o gritos.

Mayoría de respuestas C: Sos un hincha que disfruta del fútbol y de seguir a tu equipo, en la mayoría de los casos desde la televisión o la radio. Probablemente una derrota de tu equipo no cambie tu estado emocional más allá de 10 minutos de terminado un partido. Está bueno gozar de esa madurez emocional. Como contracara, es probable que las alegrías no las vivas con tanta euforia e intensidad.

Mayoría de respuestas D: Las horas dedicadas al fútbol evidencian que te gusta consumirlo y tenés sentimientos hacia tu equipo. Sos algo sedentario para expresar la pasión, y seguramente haya otras actividades a las que le dedicás mucho más energía; por ejemplo: cortar el pasto, cambiar los enchufes de tu casa, hacer un asado o elegir paltas.




Padres del ayer en el mundo de pasado mañana

  • Martín, ¿sabés cuántos llegan a ser empleados públicos o médicos...?. Es uno en un millón. Tenés que ser realista: pensá en ser informático, mejor.

  • Si seguís molestando a tu hermano, te quedás una semana sin drone.

  • Felipe, deberías valorar lo que tenés. ¿Sabías que hay niños en África que todavía no pueden manejar sus electrodomésticos desde el celular?

  • Facundo, no me hacés el favor de prender la impresora 3D que voy a hacer unos ñoquis para cenar.

  • No, no podés ir a ver a tus amigos hasta que no ordenes los íconos en tu smartphone. Y no te lo digo más.

  • Martína, hace 2 días que no publicás ninguna Story en Instagram…¿estás bien? ¿Pasó algo en el liceo? ¿Le querés contar a mamá? Aunque sea un audio de WhatsApp: te lo escucho con la opción de acelerado si te da vergüenza.

  • ¡¿Otra vez te la pisó un auto?¡ ¡Es la cuarta tablet que te compro en el mes, Agustín! Vas a tener que empezar a cuidar tus cosas; a mí las bitcoins no me las regalan.

  • Nunca aceptes un monopatín de un extraño.

  • A mí no me importa si la mamá de Lautaro lo deja aceptar los “Términos y Condiciones" de cualquier aplicación. Vos NO vas a regalar tus datos personales para que encima se utilicen con fines comerciales. No, Santino. No.

  • Juanita, yo no quiero decirte a lo que tenés que dedicarte. Si querés ser tik-toker no me parece mal. Solamente te digo que estaría bueno tengas un respaldo y hagas un curso de Community Manager, por si te va mal con el tik-tok.

  • Martín, no me pasás el pendrive que la mesa se mueve y hay que ponerle algo abajo de aquella pata para estabilizarla…?

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