Veo
cómo juega Defensor (perdiendo o ganando) estas finales de la Liga
Uruguaya y pienso en algo. Es normal, cuando te hacen hincha de un
cuadro grande desde niño, que veas a los clubes chicos de forma
despectiva. Hasta los 10-12 años recuerdo que decía, por escucharlo
nomás: "Defensor es un cuadro de mierda". Como si la grandeza de mi
equipo anulara a cualquier otro. Recorro diez años para atrás y
veo a Defensor peleando en básquetbol y en fútbol contra equipos con
más plata, con más jugadores, con más poder, con más hinchas, y ellos
siempre se las arreglan para ganarles o para perder luchando. Fueron
campeones, vice campeones o definieron arriba (casi) siempre en los dos
deportes. También pienso en la mejor selección uruguaya que vi en mi
vida y en nombres que fueron columna vertebral de Tabárez: Mono Pereira,
Cáceres y Ruso Pérez. Todos criados en Defensor, a los que se puede
agregar Martín Silva. Defensor nunca fue un club de mierda. Pero
también, por suerte mis cumpleaños no fueron en vano y además de
descartar esa tontería hoy puedo ver que es un ejemplo de club, porque
demuestra que, por suerte, no siempre la plata es sinónimo de títulos,
mucho menos del éxito. Hay que ser muy miope para no destacar a
Defensor.
Vamo con este temita, ideal para un poguito prolijo como a todos nos gusta, especialmente en el final con los vientitos. Apriéta, ah! ah! apriéta.