martes, 13 de agosto de 2013

Menos cómplices y más hinchas

Hoy encuentro venenosa la omnipotencia de la tecnología y las redes sociales. Son usinas del fanatismo irracional y el fundamentalismo; ideales para consumir y reproducir violencia y odio.

La violencia siempre va a existir. Pero la rosca que existe hoy con el fútbol y el básquetbol no existía hace 15, ni 10, ni 5 años en Uruguay. Hoy, especialmente Facebook, resulta un lugar ideal para consumir y reproducir desde el fanatismo, una violencia implícita, cómplice y legitimadora de la violencia explícita. Allí una mayoría reproduce prácticas y mensajes violentos de una minoría que es legitimada. El crecimiento de las redes es explosivo y funcional a esa legitimación.

Fotos de perfil con gallinas gigantes, declaraciones de amor eterno e incondicional a un equipo, dedicatorias de muertos, o festejos por participar de una gresca. A eso se suma un inventario de canciones de barra (minoría) cantadas por una mayoría, con insultos a los que les reconozco una perversa creatividad.

Seleccioné algunos comentarios públicos elegidos al azar en Facebook y un fragmento de una canción que cantan hinchas de Nacional y Peñarol (porque para odiar y denigrar sí tiran para el mismo lado):

En FB: "Cagaso tenias en la cancha de danubio jajajajajja q rica ese tiroteo"

"ESTO ES NACIONAL LOCO!!!!!.... Copando en todos lados"

Canción:

"Allá en la Villa del Cerro son todos unos mugrientos, que cagan en la vereda y se limpian con los dedos, cuando salen con los carros yo a la mujer me la cojo y se van de vacaciones al arroyo pantanoso.Hay que matarlos a todos, mamá, que no quede ni un Villero, hay que matarlos a todos mamá, que no quede ni un Villero".

Hace poco, en el programa 13a0 de radio El Espectador, el periodista Santiago Díaz hacía un diagnóstico parecido de esta realidad y centraba su preocupación en "el lugar que ocupa el fútbol en nuestras vidas".

Es elocuente que la rosca alimentada a través de la tecnología crea un escenario  donde el fútbol es de vida o muerte: los gritos y actitudes durante los partidos de muchísimos hinchas son coherentes con esa filosofía.

Es verdad que en la pasión hay un génesis fundamentalista. Porque si a alguien le gusta el fútbol y es hincha de un equipo, es muy probable que esa pasión sea la única que no cambie hasta que se muera. Bien lo resume el personaje de Francella en El Secreto de sus Ojos: "El tipo puede cambiar de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar: de pasión".

Lo grave es que hoy la violencia es el motor de la pasión. Y las redes, de gran explosión, un vehículo de potencia radiactiva. Los violentos tiran la premisa que recogen muchos: cuanto más odio y violencia promovida, mayor es el amor a mi cuadro.

Las campañas de previa a los clásicos que muestran a hinchas de Nacional y Peñarol abrazados tienen buenas intenciones pero son tan básicas como poco efectivas. Todos los días hinchas de Nacional y Peñarol se abrazan y la violencia no frena, sigue creciendo.

Es violencia no "violencia en el deporte"

El odio social excede al fútbol. Basta leer comentarios en los portales sobre las noticias más sensibles y preocupantes para comprobarlo.

Selecciono dos comentarios de El País Digital sobre el tiroteo que hubo este lunes 12 en Av. Italia cerca del Clínicas:

"Rifle sanitario con estos lacras".

"Balazo en la nuca a los 3 pichis malandros. Tirenlos en un contenedor de basura! Haga patria, mate a un pichi delincuente y plante un arbol! "

Un procentaje casi nulo de personas que comenta de esa manera es capaz de matar a todos los delincuentes que existen. Pero la reproducción de ese tipo de mensajes, en un mundo virtual omnipresente, reproduce masivamente más exclusión, más odio y más resentimiento.

Somos un país bien chiquito y da la sensación que nos estamos matando entre nosotros. La violencia explícita va a seguir creciendo si no frenamos el odio. Y el fútbol va a ser cada vez más violento si hay menos hinchas que cómplices.

Con la foto sobrepasé mi límite de lugares comunes dulcificadores. Para equilibrar comparto un tema políticamente incorrecto pero muy romántico: PLAY




1 comentario:

DG dijo...

muy bueno, plenamente compartible

El cine y su contexto - "Me tiré un caca-pedo, nos tenemos que ir", Sandy Lyle (Mi novia Polly)

Sandy Lyle es uno de los personajes más queribles del finado Philip Seymour Hoffman. En Mi novia Polly, Sandy es un actor frustrado aunque p...