Leonardo Haberkorn anunció que deja la docencia de periodismo porque se cansó de pelear para que los estudiantes se interesen por la información y el periodismo. La dispersión de los alumnos por estímulos tecnológicos son los golpes visibles que lo tiraron al piso. Pero la frustración de Haberkorn, que le hace bajar los brazos, responde a la indiferencia, y a los intereses y motivaciones superficiales de los estudiantes, hijos (y también víctimas) de una sociedad con larga crisis educativa.
Déjà vu
Hace 9 años Haberkorn confesó que en su traumática salida del diario El País, donde recibió amenazas internas y externas de todo tipo, la gota que desbordó el vaso fue la imposición de una tecnología que quitaba tiempo de investigación a los periodistas del Suplemento Qué Pasa que él dirigía. Sin embargo, el desgaste respondía, como hoy con los alumnos, a intentar persuadir sobre cuáles son las formas y contenidos que aportan valor, a explicar cómo es más valioso usar el tiempo. "Hacer el Qué Pasa tal como salía, de forma plural, independiente, profunda y crítica, daba no sólo el trabajo de hacerlo sino también el permanente trabajo de convencer a algunos directores del diario, de que eso al público le gustaba, de que prestigiaba a la empresa; de que eso era periodismo. Tener que explicar lo que uno cree que no debe explicar, va desgastando mucho", me dijo.
Antes fue con directores de El País y hoy con futuros comunicadores. Haberkorn perdió la pelea. Por el rigor con el que trabaja, seguirá siendo un abanderado de mostrar el valor social del periodismo, la investigación y la información para alentar la capacidad crítica.
Fue una suerte para muchos que la ORT lo tuviera en su plantilla, y agradezco haberlo escuchado decirme que perdí un taller de periodismo por falta de rigor. Así, cuando me disperso con el nuevo chiste de WhatsApp, a veces me despierta curiosidad saber por qué nos gusta tanto ese sedante. Esa motivación ya me alcanza. Se la agradezco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario