viernes, 26 de junio de 2015

Sigo creyendo (Copa América 2015)

Se fue la Copa América. Y con el diario del jueves, llegó la bipolaridad. Decir que el juez fue marcadamente localista no significa obviar que Uruguay pudo tener otra suerte con más opciones ofensivas. No me creo la teoría de una "mano negra": perdimos bien, con un arbitro demasiado localista (criterio discutible en faltas, tarjetas y tiempo adicional) y con las mismas armas de todo "el proceso" pero en medio de una transición, con nuevos intérpretes y ausencias en puestos claves. Pero la lucha de extremos lleva a los del "Polo Crítico" a decir que Uruguay en esta Copa "estuvo muy cerca del piso del proceso Tabárez". "La teoría del "despojo" ocultó el pobrísimo fútbol celeste", escribe hoy Ignacio Chans en El Observador. Porque lo respeto me animo a contradecirlo; porque su teoría es funcional a mi opinión contraria de los extremos. No quiero moverme en esa dicotomía. No quiero que los resultados inmediatos condicionen nuestra opinión sobre una selección que construyó otra forma de ver los partidos de Uruguay. ¿Qué hubiera pasado si Sanchez metía alguno de sus derechazos? ¿También se iba a concentrar toda la energía para hablar del piso más bajo o de pobrísimo nivel? Si Suárez no metía el derechazo en 8vos de Sudáfrica ¿también era pobrísimo nivel? Porque Corea también nos metió en un arco y no se veía el gol por ningún lado. ¡¿Y en 2011 en Santa Fe?! Argentina fue muy superior. Mucho más que en el partido que jugamos en esta Copa. Pero en Santa Fe aguantamos el empate, tuvimos nuestras chances y metimos una. ¿Y si entraba alguna más de ellos hace 4 años? ¿Era ahí el piso más bajo? 

Si hay algo que enseñó esta selección es a sufrir o festejar pero creyendo. Por supuesto que se puede dejar de creer, pero aún veo señales de que hay madera para mantener prendido el fuego sin alarmas radicales, blancas o negras. Para eso me concentro en la transición de referentes, de líderes y en el contexto que permite que surjan. Ahí está el camino. La cultura de selección encabezada por Tabárez generó referentes naturales como Lugano, el Ruso, Scotti y Abreu, pero más valioso aún, dio espacio para que surgieran liderazgos de jugadores que no tenían esa característica tan evidente: el caso más claro fue Forlán. Esa cultura sigue dando espacio para ambos tipos de líderes. Godín (una realidad), Giménez (increíble pero potencialmente real), Cacha (te amo), Luis (¿tenés para mucho?), Mono (histórico) y por supuesto Cavani. Cada uno convive en un grupo donde se les da espacio para ser, a su estilo, referentes: para sus compañeros y para los rivales. Me quedo con las palabras de Cavani, cortas pero llenas de contenido, afectado por una tragedia que le llovió del cielo. "Con muchas ganas de salir adelante". No sé si llegamos a Rusia, pero así, sigo creyendo. ¡Vamos que vamos!



martes, 23 de junio de 2015

Las redes y el "deber ser", nuestra imagen digital y el Super Yo.

El accidente de Luis Cavani en plena Copa América da para pensar mucho más allá de los aportes que puede dar (y dio) a la Selección su hijo, el futbolista más criticado del equipo. Es otro ejemplo del alter ego virtual que fabrica la vida online que nos toca, expresada en las redes sociales. 








Todo comenzó cuando supimos que fue el padre de Cavani y no un "x" quien manejó alcoholizado y chocó con un motociclista que murió. La figura de Cavani convirtió al hecho en una cuestión noticiosa y sensible. Fue así que varios medios, periodistas y ciudadanos de a pie, a partir de ese hecho trágico, señalaron el natural desánimo que podría tener Edinson, aventurando implícitamente el efecto sobre el resultado del partido contra Chile. Esas publicaciones y mensajes generaron una ola de ataques de alter egos virtuales. ¿Por qué? Por no concentrarse en el dolor de la familia de un muerto. ¿Qué mensaje disparan los alter egos virtuales? Es un pecado inconcebible priorizar la causa celeste en la Copa América frente la muerte de un botija de 19 años. Hipocresía, falsa moral y cinismo, esta vez escudados en una tragedia. Y todo a un nivel inconsciente. Porque nadie está a salvo de esta realidad que nos toca, que nos hace construir en varias oportunidades nuestra personalidad a través de un mundo virtual expuesto; un lugar público donde por ejemplo en este caso Cavani, el alter ego virtual impuso la premisa de lo socialmente aceptado. ¿Qué indica el deber ser? Indignarnos ante muertes injustas por encima de cualquier otra cosa. Así sobreactuamos el carisma y la sensibilidad por ejemplo. Otros, con otras noticias, jugarán a ser fachos, protegidos por la impunidad del anonimato que da Internet. Creo que, según la personalidad y valores de cada uno, estamos en ese camino resbaladizo todo el tiempo, y el resbalón más peligroso es terminar creyéndonos el personaje que construimos para el Otro.

Para describir de otra manera esta situación pongo otro ejemplo real: cuando Topolansky dijo que los candidatos de la Concertación eran "unos payasos", la empresa Idatha, que monitorea contenidos en redes sociales, encontró varios mensajes defendiendo el oficio de los payasos como "digno". Me pregunto: ¿en qué otro contexto que no afecte nuestra imagen frente a un Otro significativo podemos tener una preocupación por defender a los payasos? Y también me pregunto: ¿Por qué no indignan todos los días las muertes por accidentes de tránsito y otras causas injustas o delictivas? ¿Debo suspender mi preocupación por el futuro de Uruguay en la Copa América sólo hoy, o ante cada tragedia injusta que puede tocarnos en Uruguay?

Ironía del destino que justo Cavani, blanco de las críticas más despiadadas (e injustas) por su aporte futbolístico, sea ahora una causa de preocupación porque su motivación pueda afectar su rendimiento, y por ende, el resultado del partido. Te toque o no ser moralista por el alter ego virtual en esta causa, vas a seguir festejando y creyendo en una colectivo como la Selección, que une más que nada ni nadie en este país, y donde Cavani tiene una incidencia grande. Un proyecto colectivo que nos da orgullo, y lo inédito es que ese orgullo sobrevive a resultados deportivos negativos. Privilegio que sabemos no será eterno.

lunes, 15 de junio de 2015

Dolina sobre la ignorancia

Dice Dolina que la ignorancia es mucho más rápida que la inteligencia, y resulta lógico y natural: la reflexión necesita de una postura mucho más activa, y desafortunadamente, la inercia es tan cómoda que muchas veces no podemos frenar.

Ignorante se nace, se crece y se vive. Es un estado natural. Es lo más cómodo. Lo rápido. Lo que está más al alcance de la mano. Y además, lo más efectivo y funcional a una era donde tenemos, al alcance del pulgar, opinar, comprar, el amor, el desamor, la frustración, la alegría, y etcéteras. Me parece un lindo desafío, sin dejar de ser ignorantes naturales, evitar la pasividad de reflexión para buscar los por qué de algunas cuestiones. Para evitar conclusiones que alimenten la cultura de los remedios mágicos, que sólo germinan la autocomplacencia. El placer individual viviendo en una sociedad colectiva es una contradicción. 

Solo de leer comentarios en diarios digitales y redes, cualquiera de nosotros puede reconstruir estos tres ejemplos: 1) Uruguay no juega a nada. Perdemos con Costa Rica que no existe. Sin Suárez nunca podríamos lograr nada importante. El mérito de Tabárez fue aprovechar una buena generación de jugadores. El recambio lo está dejando en evidencia. 2) Murió otro trabajador a manos de la delincuencia bancada por el gobierno. Los laburantes somos las víctimas. Los delincuentes viven gracias a la mentira de los Derechos Humanos. No se soporta más la inseguridad. Uruguay es un caos. Con razón se quieren ir los sirios. Bonomi renunciá. 3) Este país ya se fue a la mierda.


El cine y su contexto - "Me tiré un caca-pedo, nos tenemos que ir", Sandy Lyle (Mi novia Polly)

Sandy Lyle es uno de los personajes más queribles del finado Philip Seymour Hoffman. En Mi novia Polly, Sandy es un actor frustrado aunque p...