Tremenda alegría. Ya estamos en Brasil. Para
nosotros, que sufrimos cada Eliminatoria, jugar 2 Mundiales consecutivos
es hoy el premio futbolístico y más tangible de un proyecto serio que
lleva 8 años. Y que tiene como uno de sus mayores méritos
mantener el hermetismo para creer en sus métodos pese a los fracasos.
Darse palos y seguir creyendo en uno, aunque parezca brava y los
fracasos hagan dudar. Pero ese quizás sea el mérito más grande de esta
Selección: generar en la sociedad (en quienes quieran agarrar esa posta)
un cambio cultural que trasciende al fútbol. Creer a pesar de los
palos. Creer que somos capaces de mantener un proyecto a largo plazo,
como la vida por ejemplo. Y perder el miedo a festejar lo que creemos un
logro. Poder pensar que el éxito lo define cada uno para sí. Es mucho
más que un cambio de ánimo por una victoria. Que un país futbolero
aproveche el fútbol para creer es muy gratificante.
La Selección se
transformó en una isla flotando en un fútbol local mediocre, donde
salir campeón uruguayo sigue siendo lo más importante para los más
grandes (cada vez más grandes adentro y más chicos afuera). Estoy
agradecido de que este proyecto sea uruguayo y es una suerte que sea
futbolístico, porque somos muchísimos los que pateamos pelotas antes de
aprender a leer. Es para festejar.
En la puerta de mi cuarto tengo un poster con una foto del plantel de jugadores que fue a Sudáfrica 2010. Dice "Gracias por hacernos creer". Siempre pensé que esa frase iba más allá de la pelota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario