martes, 10 de diciembre de 2013

El porro del Pepe

La regularización de la marihuana, como la legalización del aborto, son políticas públicas progresistas, sí, pero más que eso, son evidencias muy visibles de que hay varias maneras de enfrentar la realidad y sus problemas naturales, en la convivencia social con modelos de país, pero también en la vida privada. Con esta ley Uruguay tendrá una herramienta inédita para enfrentar algunas enfermedades sociales con una óptica más realista. Los argumentos en contra de la Regulación muestran hipocresía, estigmatización de una sustancia, desmentido de la realidad, y etcéteras. Todo menos mostrar el miedo y enfrentar un problema. Son negaciones, como decir: "no voy al médico porque seguro me va a encontrar algo", o plantar árboles en un barrio privado para no ver a los pobres del otro lado del arroyo. Negar una enfermedad (médica o social) no la elimina y anula la posibilidad de tratarla a tiempo o de forma honesta. Por supuesto que se puede vivir negando miedos y problemas toda la vida, pero pienso que ser realista es más sustentable, o en el peor de los casos, mejora la calidad de vida a corto plazo. Más allá de la gran expectativa de cómo funcionará todo esto, creo en la lógica de ser honestos con los miedos y problemas inevitables que existen, para buscar siempre soluciones realistas, porque no existen los remedios mágicos. Bien por Uruguay.


domingo, 24 de noviembre de 2013

Se me pincha la pelota


Que el fútbol es un germinador de violencia no es noticia. Lo que pasa es que 2 veces por año, en cada clásico, todos (hinchas, cómplices, protagonistas del juego, periodistas, dirigentes y Polícía), miramos de frente la actuación más estelar de la violencia, donde los enfermos son naturalmente figuras del espectáculo, con protagonismo incluso superior al de los protagonistas del juego. Y la sucesión de disturbios agranda una bomba que parece casi siempre a punto de explotar.

El perfil de la minoría de los violentos es bastante entendida por todos: aparentes excluidos de un sistema que encuentran en el fútbol un poder. El poder del miedo que genera su violencia y que además ocupan un lugar estelar, nunca mejor ejemplarizado en una pantalla gigante, donde todos vemos lo que son capaces de hacer. Acá no hay color. Hace tiempo que Nacional y Peñarol se festejan los muertos mutuamente y así lo canta el groso de sus "hinchadas" por más que los asesinos sean unos pocos. La comprensión más engorrosa parecería ser la legitimación de esa minoría. Hay una masa que reproduce, desde un fanatismo mal entendido, una violencia implícita, cómplice y legitimadora de la violencia explícita: con cantos durante los partidos, y todo tipo de publicaciones en redes sociales; ahí el denominador común es el odio, la violencia, la exclusión, el resentimiento. Aunque parezca absurdo explicarlo, todo está englobado en la pasión por un equipo. A la masividad se suma otro problema: muchísima gente no es conciente de que legitima a la violencia. Vi decenas de ejemplos hoy en la tribuna Olímpica y detallo uno: una joven recibió un llamado de alguien que seguramente enterado de los disturbios, se preocupó por ella: "Quedate tranqui que no pueden saltar para esta tribuna"; asi lo tranquilizó la joven. Luego cortó la comunicación y se prendió a un grito bastante generalizado de la hinchada de Nacional que decía: "Manya vos corrés". Así se mueve una masa grande de hinchas. Hoy la lógica de la pasión se mueve por mensajes alrededor de la violencia. Para demostrar quién se "asusta menos", quién es más "valiente". Cómo frenar los desmanes en un clásico es el quinto o sexto eslabón de la cadena. La concientización es el primer paso. Más grave aún es que en ese trabajo, los dirigentes no sólo no suman, sino que restan. Ache y Damiani juegan las mismas peleas pelotudas del fanático.

¿El partido? Peñarol lo ganó bien. Porque Pacheco si pudiera jugaría Clásicos todos los fines de semana; lo hace descalzo y con esa comodidad aprovecha su lucidez para marca diferencias. Porque Aguiar es un muy buen jugador de fútbol y hoy no fue excepción su nivel, y porque la explosión del juvenil Rodríguez fue demasiado para la defensa desconcentrada de Nacional.
 
Pero esto fue secundario y por natural no deja de ser grave: el juego, lo único que debería importar, queda en un segundo plano, al menos para mí. El juego dejó de ser la preocupación principal. Y lo doloroso es que la preocupación se va transformando en resignación. Me resigno a no poder inculcarle el fútbol a un hijo con la pasión con la que me lo inculcaron a mí, porque esto no para, y no quiero reproducir un cómplice.









Los clásicos del miedo

Que el fútbol es un germinador de violencia no es noticia. Lo que pasa es que 2 veces por año, en cada clásico, todos (hinchas, cómplices, protagonistas del juego, periodistas, dirigentes y Polícía), miramos de frente la actuación más estelar de la violencia, donde los enfermos son naturalmente figuras del espectáculo, con protagonismo incluso superior al de los protagonistas del juego. Y la sucesión de disturbios agranda una bomba que parece casi siempre a punto de explotar. 

El perfil de la minoría de los violentos es bastante entendida por todos: aparentes excluidos de un sistema que encuentran en el fútbol un poder. El poder del miedo que genera su violencia y que además ocupan un lugar estelar, nunca mejor ejemplarizado en una pantalla gigante, donde todos vemos lo que son capaces de hacer. Acá no hay color. Hace tiempo que Nacional y Peñarol se festejan los muertos mutuamente y así lo canta el groso de sus "hinchadas" por más que los asesinos sean unos pocos. La comprensión más engorrosa parecería ser la legitimación de esa minoría. Hay una masa que reproduce, desde un fanatismo mal entendido, una violencia implícita, cómplice y legitimadora de la violencia explícita: con cantos durante los partidos, y todo tipo de publicaciones en redes sociales; ahí el denominador común es el odio, la violencia, la exclusión, el resentimiento. Aunque parezca absurdo explicarlo, todo está englobado en la pasión por un equipo. A la masividad se suma otro problema: muchísima gente no es conciente de que legitima a la violencia. Vi decenas de ejemplos hoy en la tribuna Olímpica y detallo uno: una joven recibió un llamado de alguien que seguramente enterado de los disturbios, se preocupó por ella: "Quedate tranqui que no pueden saltar para esta tribuna"; así lo tranquilizó la joven. Luego cortó la comunicación y se prendió a un grito bastante generalizado de la hinchada de Nacional que decía: "Manya vos corrés". Así se mueve una masa grande de hinchas. Hoy la lógica de la pasión se mueve por mensajes alrededor de la violencia. Para demostrar quién se "asusta menos", quién es más "valiente". Cómo frenar los desmanes en un clásico es el quinto o sexto eslabón de la cadena. La concientización es el primer paso. Más grave aún es que en ese trabajo, los dirigentes no sólo no suman, sino que restan. Ache y Damiani juegan las mismas peleas pelotudas del fanático.



¿El partido? Peñarol lo ganó bien. Porque Pacheco si pudiera jugaría Clásicos todos los fines de semana; lo hace descalzo y con esa comodidad aprovecha su lucidez para marca diferencias. Porque Aguiar es un muy buen jugador de fútbol y hoy no fue excepción su nivel, y porque la explosión del juvenil Rodríguez fue demasiado para la defensa desconcentrada de Nacional. 

Pero esto fue secundario y por natural no deja de ser grave: el juego, lo único que debería importar, queda en un segundo plano, al menos para mí. El juego dejó de ser la preocupación principal. Y lo doloroso es que la preocupación se va transformando en resignación. Me resigno a no poder inculcarle el fútbol a un hijo con la pasión con la que me lo inculcaron a mí, porque esto no para, y no quiero reproducir un cómplice.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Gracias por hacernos creer

Tremenda alegría. Ya estamos en Brasil. Para nosotros, que sufrimos cada Eliminatoria, jugar 2 Mundiales consecutivos es hoy el premio futbolístico y más tangible de un proyecto serio que lleva 8 años. Y que tiene como uno de sus mayores méritos mantener el hermetismo para creer en sus métodos pese a los fracasos. Darse palos y seguir creyendo en uno, aunque parezca brava y los fracasos hagan dudar. Pero ese quizás sea el mérito más grande de esta Selección: generar en la sociedad (en quienes quieran agarrar esa posta) un cambio cultural que trasciende al fútbol. Creer a pesar de los palos. Creer que somos capaces de mantener un proyecto a largo plazo, como la vida por ejemplo. Y perder el miedo a festejar lo que creemos un logro. Poder pensar que el éxito lo define cada uno para sí. Es mucho más que un cambio de ánimo por una victoria. Que un país futbolero aproveche el fútbol para creer es muy gratificante.
 
La Selección se transformó en una isla flotando en un fútbol local mediocre, donde salir campeón uruguayo sigue siendo lo más importante para los más grandes (cada vez más grandes adentro y más chicos afuera). Estoy agradecido de que este proyecto sea uruguayo y es una suerte que sea futbolístico, porque somos muchísimos los que pateamos pelotas antes de aprender a leer. Es para festejar.



En la puerta de mi cuarto tengo un poster con una foto del plantel de jugadores que fue a Sudáfrica 2010. Dice "Gracias por hacernos creer". Siempre pensé que esa frase iba más allá de la pelota.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Mucho más que fútbol - Uruguay se va al Mundial

Tremenda alegría. Ya estamos en Brasil. Para nosotros, que sufrimos cada Eliminatoria, jugar 2 Mundiales consecutivos es hoy el premio futbolístico y más tangible de un proyecto serio que lleva 8 años. Y que tiene como uno de sus mayores méritos mantener el hermetismo para creer en sus métodos pese a los fracasos. Darse palos y seguir creyendo en uno, aunque parezca brava y los fracasos hagan dudar. Pero ese quizás sea el mérito más grande de esta Selección: generar en la sociedad (en quienes quieran agarrar esa posta) un cambio cultural que trasciende al fútbol. Creer a pesar de los palos. Creer que somos capaces de mantener un proyecto a largo plazo, como la vida por ejemplo. Y perder el miedo a festejar lo que creemos un logro. Poder pensar que el éxito lo define cada uno para sí. Es mucho más que un cambio de ánimo por una victoria. Que un país futbolero aproveche el fútbol para creer es muy gratificante. 

La Selección se transformó en una isla flotando en un fútbol local mediocre, donde salir campeón uruguayo sigue siendo lo más importante para los más grandes (cada vez más grandes adentro y más chicos afuera). Estoy agradecido de que este proyecto sea uruguayo y es una suerte que sea futbolístico, porque somos muchísimos los que pateamos pelotas antes de aprender a leer. Es para festejar.


jueves, 24 de octubre de 2013

Crecer con La Vela Puerca y su enano

Ayer me di otra dosis anual de Vela Puerca. Cuando archivé la entrada me di cuenta que guardo otras de hace 11 años hasta hoy, y discos de hace más; muestra tangible de que es la única banda que sigue generándome emociones nuevas y fuertes cada vez que la escucho. Natural que pase con temas nuevos, pero también tengo otras interpretaciones de las canciones viejas por experiencias que viví, y que además despiertan nostalgia por ser banda sonora de varios momentos de mi vida. 

De aquel Sporting en 2002 cambió mucho: sumaron instrumentos y estilos en el escenario, el baterista ya no es "Luquitas", ya nos acostumbramos a ver al Enano con una guitarra colgada y al Cebolla interpretar sus temas propios, personajes antes ignotos como Manolo (primer batero y asistente gral. del escenario) cobraron un protagonismo estelar en los conciertos, el Enano no le canta a la Policía y sí a la muerte y a la vida, y ya no vuelvo con transpiración prestada de los toques. Lo único que no cambió ayer fueron mis acompañantes: Nicolás Gottlieb Fernández y Alejandro Cao. A ellos les sumo otros 3 hermanos de ruta: Diego Mayobre, Joaquin Bernini (gracias por tus hombros) y Martin Soto Chimatti.

Siento profunda admiración por Sebastián Teysera, porque él soñaba con vivir de una banda de rock con amigos y lleva 19 años de un proyecto que cambió la historia del rock nacional y sin él no hubiera existido. Y no mide más de 1,64.


viernes, 13 de septiembre de 2013

¿Por qué le cuesta llegar a Roberto Musso?

Hace 2 semanas fui a una conferencia donde Roberto Musso le habló a jóvenes con inquietudes de emprender y a público en general. A través de una anécdota que resumía el proceso creativo de una canción, mostró una idea que vale la pena difundir: que las ganas sirven como fin en sí mismas y no para llegar a un resultado. Las ganas de hacer o querer cosas deben ser el motor permanente, y construyen un camino (con muchos riesgos y algunos fracasos) durante el cual recibimos premios mucho más valorables que una meta final supuestamente exitosa. Porque el camino nos curte, da más herramientas para tomar mejores decisiones, nos educa; eso significa tratar de ir en contra de la necesidad de éxito inmediato, que sólo nos enferma de ansiedad. "Y ahora que lo conseguí... ¿qué?" A esa pregunta es a la que hay que tenerle miedo. A quedarnos sin ganas.

Son 19 minutos muy valorables, y uno menos que 20 minutos de silencio; espero los disfruten tanto como yo.


viernes, 23 de agosto de 2013

Bacilondres

¿Qué tienen en común el Bacilón y un Salón de Té? La respuesta nos lleva directamente a un personaje, la excusa y razón de ser de este texto. Pero antes de presentarlo, creo necesario algunas descripciones.

Bacilón

El Bacilón es un boliche pequeño, de cortas distancias, algo oscuro, casi borroso diríamos, que carga con el estigma de que allí la gente hace festivales de cocaína en sus narices. (Un estigma algo injusto porque ese tipo de espectáculos nasales se ven también en muchos otros pubs y boliches). No es un lugar estrcitamente de levante, aunque se han visto imágenes de sexo explícito con ropa. En el baño de hombres son habituales las grandes concentraciones y hay 2 tipos de público: el que se mete cosas y el que se saca cosas; hablamos de mocos, pichí, cocaína, dedos, gases que sobran, y quién te dice una caca. En el caso de las mujeres, una fuente me contó desinteresadamente que en el baño se orina afuera de los WC, metiendo arrodilladita y con cara de nada ante la mirada de otras mujeres.

Las columnas del boliche tienen velcro y siempre hay personas con buzos de lana durmiendo siestas apoyadas en alguna de ellas. Es frecuentado por personajes de la cultura y "los medios". Y no alcanza con un baño tenaz al otro día para borrarse por completo el sellito que el portero te pone al entrar.

Un salón de té (living comedor o emprendimiento gastronómico)

Lugar acogedor, de ritmo lento, tranquilo, ideal para lo ceremonioso y cuidado que resulta tomar el té. Una actividad generalmente identificada con señoras de más de 65 años, con al menos 7 horas libres al día. Señoras prolijas, cuidadosas con su aspecto personal y el del lugar. Así, nunca faltan 8 variedades de bocados en la mesa, un mantel geométricamente colocado, ninguna señora se sirve más de un té con el mismo saquito, ninguna de las amigas que confirmaron asistencia falta porque si no la destrozan en la charla, y tienen un respeto matemático para reposar el té determinados minutos antes de tomarlo: unas fascistas del orden y los detalles.

El Bacilón y un salón de té parecen lugares irreconciliables. Sus actores, su hora de funcionamiento, sus consumos y la decoración, pero tienen un punto de contacto: ese estereotipo de señora que toma el té, representadas por el encargado de Ropería del Bacilón. Un tipo que lo ves y parece que siempre tiene la tetera pronta. Que hace 2 horas se tomó un té con sus amigos/a y ya está planificando el próximo.
Un tipo adorable, educado, de una prolijidad meticulosa para tomarte el abrigo y colocarlo en la percha. Es casi artística la manera en que este señor tiene ordenaditas todos las camperas y abrigos. Siempre con un pañuelo distinto adornando su cuello. No es rápido, claro, pero sí muy atento a todos los detalles.   

Y nuestro inconsciente piensa que el tipo vive ahí. Y que cuando el boliche está cerrado, en el medio de la pista hay una mesa barroca repleta de bocados y una tetera. Y él siendo un anfitrión de lujo. Como cuando somos chicos y asumimos que muchas personas viven en el lugar donde uno se vincula con ellas. Por ejemplo yo cuando era chico pensaba que los vendedores del Shopping vivían adentro de los locales. Lo mismo podría pensar un niño de las psicomotricistas: "viven adentro del Jardín: esos colchones donde duermen encima sirven para jugar con nosotros". Y hay muchos más: los feriantes que viven adentro de los carros ambulantes de quesos o pescado, los jugadores de fútbol en el estadio, y Papá Noel en el Shopping.

Yo ya no soy un niño, pero me gusta imaginar que el Señor de la Ropería vive en el boliche. Y que le caen invitados a tomar el té.


 En las fotos que ilustran este post vemos cómo se ve el señor de la Ropería a las 5 AM en el Bacilón, una toma de su nuca donde se destaca el pañuelo de ocasión, y la coreográfica colocación de los abrigos. (Hay un par que están movidas porque me moví mientras las sacaba)



Aprovecho a hacer un reclamo: o tuve mala suerte cuando fui o hace tiempo no pasan este cover en el Bacilón. No felicito a los responsables. Y que se atajen

martes, 13 de agosto de 2013

Menos cómplices y más hinchas

Hoy encuentro venenosa la omnipotencia de la tecnología y las redes sociales. Son usinas del fanatismo irracional y el fundamentalismo; ideales para consumir y reproducir violencia y odio.

La violencia siempre va a existir. Pero la rosca que existe hoy con el fútbol y el básquetbol no existía hace 15, ni 10, ni 5 años en Uruguay. Hoy, especialmente Facebook, resulta un lugar ideal para consumir y reproducir desde el fanatismo, una violencia implícita, cómplice y legitimadora de la violencia explícita. Allí una mayoría reproduce prácticas y mensajes violentos de una minoría que es legitimada. El crecimiento de las redes es explosivo y funcional a esa legitimación.

Fotos de perfil con gallinas gigantes, declaraciones de amor eterno e incondicional a un equipo, dedicatorias de muertos, o festejos por participar de una gresca. A eso se suma un inventario de canciones de barra (minoría) cantadas por una mayoría, con insultos a los que les reconozco una perversa creatividad.

Seleccioné algunos comentarios públicos elegidos al azar en Facebook y un fragmento de una canción que cantan hinchas de Nacional y Peñarol (porque para odiar y denigrar sí tiran para el mismo lado):

En FB: "Cagaso tenias en la cancha de danubio jajajajajja q rica ese tiroteo"

"ESTO ES NACIONAL LOCO!!!!!.... Copando en todos lados"

Canción:

"Allá en la Villa del Cerro son todos unos mugrientos, que cagan en la vereda y se limpian con los dedos, cuando salen con los carros yo a la mujer me la cojo y se van de vacaciones al arroyo pantanoso.Hay que matarlos a todos, mamá, que no quede ni un Villero, hay que matarlos a todos mamá, que no quede ni un Villero".

Hace poco, en el programa 13a0 de radio El Espectador, el periodista Santiago Díaz hacía un diagnóstico parecido de esta realidad y centraba su preocupación en "el lugar que ocupa el fútbol en nuestras vidas".

Es elocuente que la rosca alimentada a través de la tecnología crea un escenario  donde el fútbol es de vida o muerte: los gritos y actitudes durante los partidos de muchísimos hinchas son coherentes con esa filosofía.

Es verdad que en la pasión hay un génesis fundamentalista. Porque si a alguien le gusta el fútbol y es hincha de un equipo, es muy probable que esa pasión sea la única que no cambie hasta que se muera. Bien lo resume el personaje de Francella en El Secreto de sus Ojos: "El tipo puede cambiar de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar: de pasión".

Lo grave es que hoy la violencia es el motor de la pasión. Y las redes, de gran explosión, un vehículo de potencia radiactiva. Los violentos tiran la premisa que recogen muchos: cuanto más odio y violencia promovida, mayor es el amor a mi cuadro.

Las campañas de previa a los clásicos que muestran a hinchas de Nacional y Peñarol abrazados tienen buenas intenciones pero son tan básicas como poco efectivas. Todos los días hinchas de Nacional y Peñarol se abrazan y la violencia no frena, sigue creciendo.

Es violencia no "violencia en el deporte"

El odio social excede al fútbol. Basta leer comentarios en los portales sobre las noticias más sensibles y preocupantes para comprobarlo.

Selecciono dos comentarios de El País Digital sobre el tiroteo que hubo este lunes 12 en Av. Italia cerca del Clínicas:

"Rifle sanitario con estos lacras".

"Balazo en la nuca a los 3 pichis malandros. Tirenlos en un contenedor de basura! Haga patria, mate a un pichi delincuente y plante un arbol! "

Un procentaje casi nulo de personas que comenta de esa manera es capaz de matar a todos los delincuentes que existen. Pero la reproducción de ese tipo de mensajes, en un mundo virtual omnipresente, reproduce masivamente más exclusión, más odio y más resentimiento.

Somos un país bien chiquito y da la sensación que nos estamos matando entre nosotros. La violencia explícita va a seguir creciendo si no frenamos el odio. Y el fútbol va a ser cada vez más violento si hay menos hinchas que cómplices.

Con la foto sobrepasé mi límite de lugares comunes dulcificadores. Para equilibrar comparto un tema políticamente incorrecto pero muy romántico: PLAY




martes, 16 de julio de 2013

Relato oculto, vicio oculto

Escucho otra entrevista a Víctor Hugo y me duele que la intención vanidosa de Haberkorn de querer dar clases de ética con el libro Relato Oculto, tenga éxito.

Se pretende que Victor Hugo acepte las grandes contradicciones que tuvo durante su vida con su discurso ideológico. No. Nunca lo va a hacer. Además, veo muy discutible el valor periodístico de las contradicciones que demostró el libro. ¿Por qué no preguntarle a VH sobre la intención del libro y los egos de los periodistas? Pienso que el libro es resultado de una lucha de egos enmascarada en una investigación periodística que (supuestamente) nos entrega grandes revelaciones de interés público, cuando la postura honesta de sus autores (se suma Luciano Álvarez) es muy mesiánica, desde un lugar inmaculado. Nadie está limpio. A pesar de ser un excelente periodista, Haberkorn también cometió errores y tiene contradicciones en su carrera. Será porque es humano. Pero seguro nadie venderá muchos libros si se encarga de reunir toda su historia para contarla. Además de que no tendría un interés público. Pero claro, Victor Hugo vende y mucho. Me duele también porque aprendí mucho con Haberkorn pero imagino que sabiéndose uno tan bueno en lo que hace, debe ser difícil y constante la lucha contra el ego. A veces creo que Haberkorn sale perdiendo en esa pelea.

jueves, 13 de junio de 2013

Sí a la Vida, No a los "remedios mágicos"

El argumento "la marihuana es una bosta" es tan cegado como el de "Sí a la vida". Las drogas existen y los abortos también. Hay que ser muy ingenuo, ciego o hipócrita para pensar que van a dejar de existir o que alguien promueve que sigan existiendo. Los efectos colaterales de esas bostas son los que se tratan de evitar. Desigualdades y división social, muertes por la guerra sanguinaria del narcotráfico o un mercado de adictos funcional a ese narcotráfico. Por las cabezas de algunos de los que argumentan así podrían pasar estas ideas inconscientemente: "Yo le digo Sí a la vida y por suerte si mi nena quedaba embarazada antes de la Ley tenía los 600 dólares para la Clínica. Y me tomo un whisky cuando llego a mi casa. Y mañana también. Porque el alcohol no es una bosta. No destruye familias. Y la verdad no tengo idea cuántos de los presos que "viven" en uno de los infiernos de cárceles que tenemos son por delitos relacionados con las drogas".


jueves, 30 de mayo de 2013

Garfield, mi padre y el 31 de mayo

¿Vas conmigo, enano?

Al Estadio. A lo de un cliente. A ver a Trouville. Al garage a guardar el auto. A comprar cigarros. A ver jugar al fútbol a mi hermano. A lo de Alfredito. A buscar la comida. Era una pregunta retórica porque no me daba tiempo a responder; yo solo lo seguía. Me gustaba ser la dupla de alguien que siempre vi cargado de responsabilidades. Me sentía como Robin. Además era mi padre.  

Nunca le dije

Nunca le dije, pero siempre me emocioné cada vez que recordaba el primer gol que hice en Baby Fútbol. "Contra el caño", decía mientras parecía ver el replay. Él se acordaba porque estaba siempre afuera de la cancha, aquel día con el traje de oficinista porque fue entre semana.

Me compró decenas de pelotas de fútbol. Nunca le dije pero con el tiempo me dio lástima recordar cada vez que le pedía otra pelota porque me la había pisado un auto. 

En la fiesta de graduación del liceo se enteró por una profesora que yo me hacía el gracioso en la clase. Se lo imaginaba pero nunca se lo dije.

Nunca nos dijimos muchas cosas. Y eso fue creciendo a medida que los dos cumplíamos años. Nos enterábamos por terceros del aprecio mutuo. Él festejaba mis chistes o comentarios en otros ambientes, y yo hablaba bien de él, pero casi nunca enfrente de él. 

Infartos

A veces, ir a ver a Nacional, Uruguay o Trouville significaba sufrir, porque con el resultado del partido parecía que se le iba la vida. Teniendo en cuenta su deficiencia cardíaca, era una posibilidad real. También hubo peleas con algún otro hincha, que por suerte siempre fueron solo verbales. Todavía veo al hincha de Cerro que lo invitó a pelearse; era gordo, de brazos cortitos, y  tenía una camiseta que le apretaba mucho la panza. "Estoy con mi hijo", se excusó. El gordo lo hubiera cagado a piñas. Y yo hubiera llorado.

Pintos

Me gustaba su firma. Cuando era chico veía los carnet del colegio y no podía entender cómo la hacía siempre igual. Crecí y un día tuve que inventarme una firma, entonces aproveché que tenemos el mismo apellido y le copié la forma de hacer algunas letras. 

Imperativos

Hay dos cosas que nunca se le hubiera pasado por la cabeza que yo no haría: mirar fútbol y estudiar después de terminar el liceo. Entré a facultad. Estaba en la recta final cuando un día me dijo que quería que yo me recibiera antes de los 23. Me dí cuenta que estaba ansioso por sentir ese orgullo. Fue en 2005. Lo corrían de atrás.

Lo último que supo de mi carrera es que había ido a una entrevista en el diario El Observador, y desde la cama del hospital me aseguró que iban a contratarme. Se lo decía más a él que a mí, como para poder irse tranquilo sabiendo que su hijo más chico había conseguido un trabajo. "Me voy temprano pero por lo menos dejo todo encaminado", habrá pensado. No me tomaron pero él siempre pensó que así sería. 

Te invito a mi fiesta

Hoy hace diez años que festejó 60. Todavía guardo la invitación. Vivíamos juntos pero no puedo acordarme por qué me invitó formalmente y si entregó otras tarjetas. En realidad fue un chiste y me arrepiento de no festejárselo porque es bueno. La tarjeta tiene a Garfield y cuando la abrís dice: "Habrá dulces y sorpresas, jugaremos un montón, y si vienen a la fiesta lo pasaremos mejor". Datos del lugar y la hora y firmó: "Papá". Me resulta inverosímil que tuviera presente a Garfield, y además el tipo te ofrecía "dulces y sorpresas" con 60 años. 

Uruguay-Brasil

El 30 de marzo de 2005 Uruguay jugó con Brasil en el Estadio por Eliminatorias. Ese día me enteré que le quedaba "poco tiempo de vida", según su médico. Tenía razón. Por eso hoy serían y no son 70. Pero me queda cuerda para jugar un montón.







miércoles, 22 de mayo de 2013

Un Cheto para mi País

Gabriel Molina, dirigente del PIT-CNT, dijo que Un techo para mi país no sirve porque son "chetos". Me sirve que algunos "progresistas" se muestren genuinos. Su discriminación hace tanto mal y nos divide de la misma manera que lo hace el clasisimo de la derecha más fascista. Pero por lo menos así, con las caritas descubiertas, sabemos dónde está la enfermedad. Ojalá nos curemos algún día.


lunes, 20 de mayo de 2013

La flauta prohibida

Nunca aprendí a tocar un instrumento musical. Uno de los baches más tristes que tengo porque es irreparable; cuando no tenés ninguna facilidad para hacer algo, al menos debés intentarlo desde temprano, pero para mí ya es muy tarde. Y como en la descendencia se depositan todas las frustraciones, tengo cosas que decirle a mi hijo varón que no existe (la biología también da chances de tener nenas pero no creo en la biología).

Montevideo, 2027

Hijo, 

pedime plata, comprate un smartphone, entrá a mi blog y leete este post antes de darle "Me Gusta" a la Fanpage de Wachiturros. Antes andá a tirar la basura que hoy tu madre vino cansada del "curso".

Escuchá bien: de todos los instrumentos que tengas para elegir, te prohibo la flauta; dulce, traversa, de pan, la que sea.

La imagen de la flauta

Me preocupan ciertas imágenes asociadas a la flauta. Algún día los chistes fáciles con referencias sexuales no van a ser graciosos, pero mientras tanto, no des excusas para ser víctima de una. Para empezar es un objeto fálico que te tenés que llevar a la boca y soplarlo. ¿Viste nuestro pirulín? Bueno, para muchas personas una flauta es un pirulín. Ya bastante tenemos con ser bolsos y gallinas como para que en la escuela piensen que soplás pirulines. Y no me preguntes más: no sé de dónde salió la carpeta de Ricky Martín que viste en mis archivos. Debe haber sido broma de un amigo, es un cantante viejísimo que ya nadie conoce. 

¿Flautista de fogón?

Te pregunto algo ¿Alguna vez viste un flautista de fogón? Esos que acaparan la atención de hombres y mujeres? Eh? Contestame, No, verdad...? El galán es el de la guitarra. Por ahí puede ir la elección. La guitarrita, hijo. En el caso de que te gusten las mujeres, no te imaginás la cantidad de minitas que se te acercan si tocás la guitarra. Yo nunca aprendí a tocar pero si te acercás a gente que sepa tocar, los rebotes del guitarrista pueden ser tuyos. Sin ir más lejos, tu mamá es de los mejores rebotes que me dio tu padrino Walter.

No da

Tengo más preguntas, pequeño. ¿Vos sabías que si estás mucho rato tocando la flauta tenés que limpiar cada tanto la babita que se cae? ¿Eh? ¿Sabías? Bueno, entonces escuchá a Papá que algo sabe de la vida. Es un asco. No da. Ya tener que llevar un pañuelo para limpiar la baba es asqueroso. Y vuelvo a la imagen del fogón. Fuego prendido, ronda de amigos en Playa Mansa de Atlántida, gases lacrimógenos que tiró la Policía para separar una pelea callejera (está la chica que te gusta) y en la mitad del tema estás revoleando unos hilos de baba. La verdad, hijo, prefiero que Peñarol gane la séptima Libertadores antes de verte así. 

Flautistas famosos

Hay más preguntas. ¿Conocés a algun flautista famoso? Andá y poné en Google imágenes de "flautistas famosos"...ni una carita conocida! Nadies, nadies. Una manga de ignotos con pintas raras. Apenas se hizo famoso el de Hamelin por una leyenda. ¿Pero para qué lo usaban al tipo? Para llevarse las ratas. Fea la actitud, ¿no?

Cero aplauso

Hijo, ni en los bondis aplauden al flautista. El tipo sube con todo el respeto, se pone a tocar y cuando termina tiene a la todo el bondi sedado, tirando baba contra la ventana; bien dormiditos todos porque el sonido de la flauta da sueño. No es mala voluntad para aplaudir, pero es lo que pasa. Escuchá a Papi que algo sabe. 

No quiero incidir en tu elección. Me gustaría que aprendas a tocar un instrumento. Lo único que te pido es que no elijas la flauta. O elegí la flauta si querés, pero tocame este tema.  AUDIO








domingo, 28 de abril de 2013

Era un "bolso de mierda"

Veo cómo juega Defensor (perdiendo o ganando) estas finales de la Liga Uruguaya y pienso en algo. Es normal, cuando te hacen hincha de un cuadro grande desde niño, que veas a los clubes chicos de forma despectiva. Hasta los 10-12 años recuerdo que decía, por escucharlo nomás: "Defensor es un cuadro de mierda". Como si la grandeza de mi equipo anulara a cualquier otro. Recorro diez años para atrás y veo a Defensor peleando en básquetbol y en fútbol contra equipos con más plata, con más jugadores, con más poder, con más hinchas, y ellos siempre se las arreglan para ganarles o para perder luchando. Fueron campeones, vice campeones o definieron arriba (casi) siempre en los dos deportes. También pienso en la mejor selección uruguaya que vi en mi vida y en nombres que fueron columna vertebral de Tabárez: Mono Pereira, Cáceres y Ruso Pérez. Todos criados en Defensor, a los que se puede agregar Martín Silva. Defensor nunca fue un club de mierda. Pero también, por suerte mis cumpleaños no fueron en vano y además de descartar esa tontería hoy puedo ver que es un ejemplo de club, porque demuestra que, por suerte, no siempre la plata es sinónimo de títulos, mucho menos del éxito. Hay que ser muy miope para no destacar a Defensor.




Vamo con este temita, ideal para un poguito prolijo como a todos nos gusta, especialmente en el final con los vientitos. Apriéta, ah! ah! apriéta.

El cine y su contexto - "Me tiré un caca-pedo, nos tenemos que ir", Sandy Lyle (Mi novia Polly)

Sandy Lyle es uno de los personajes más queribles del finado Philip Seymour Hoffman. En Mi novia Polly, Sandy es un actor frustrado aunque p...